Están domesticando mi belleza
hasta la servidumbre y el silbido,
y al cotidiano corazón vencido
borrándole la forma y la rareza.
Estoy humedeciendo la dureza
de amar en esperanza y alarido,
innumerable, laxo y compartido
aprendiéndome estoy, pieza por
pieza.
No ser de ser con tapia y atadura
y un dios embrutecido manoseando
el alma. Por quebradas de locura
el sueño, corza tibia, va saltando
y remontado desasosegando
mi lebrel en cadena y en ternura.
[1]
[1] Francisco Granizo Ribadeneira
(1925-2009) ensayista, poeta, novelista, periodista y profesor universitario.
De “Sonetos del amor total” en: Muerte y
caza de la madre.
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